Palestina, antes de ser robada por los sionistas

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    Palestina pertenece a los árabes en el mismo sentido que Inglaterra pertenece a los ingleses o Francia a los franceses. –Mahatma Gandhi

    Los judíos modernos ‒asquenazíes, sefardíes, samaritanos, europeos, africanos, etc.‒ no son de la estirpe de Jacob/Israel, y por lo tanto, no pertenecen al linaje semítico de las 12 tribus hebreas con las que Dios estableció el Antiguo Pacto. Son simplemente conversos al judaísmo/fariseísmo y, por lo tanto, no son ni el Pueblo Elegido ni los descendientes de Abraham, sobre todo porque todos los hebreos están irrevocablemente muertos.

    “A tus descendientes (de Abraham) daré esta tierra…” Génesis 15:18

    En otras palabras, los judíos sionistas, que afirman que Palestina les pertenece, son simplemente impostores descarados y mentirosos que se hacen pasar por hebreos para robar la tierra. No pueden afirmar que Palestina, la que han robado bajo pretexto bíblico, es su herencia abrahámica.

    “El SEÑOR se enfureció con Israel y los quitó de su vista … Y el SEÑOR rechazó a toda la descendencia de Israel, y los afligió, y los entregó en manos de saqueadores, hasta expulsarlos de su presencia”. 2 Reyes 17:18,20

    “Por tanto, dice el SEÑOR: ‘Estoy planeando una calamidad contra este pueblo, de la cual no podrán salvarse … porque será tiempo de calamidad. En ese día, vuestros enemigos se burlarán de vosotros cantando esta canción de desesperación sobre ustedes: ‘¡Estamos acabados, completamente arruinados! Dios ha confiscado nuestra tierra, arrebatándonosla’”. Miqueas 2:3,4

    En consecuencia, Palestina no pertenece a los judíos conversos. Ni un solo ápice de ella. Pertenece a los palestinos, descendientes semitas de Abraham, que han habitado la tierra durante siglos.

    ROBANDO PALESTINA Y QUEBRANTANDO LOS MANDAMIENTOS DE DIOS

    Palestina no era una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, ni un estado de arena, malaria y moscas, como los judíos sionistas nos quieren hacer creer. Era un país en pleno funcionamiento, con una considerable población árabe. 

    Jerusalem, Palestina 1900

    Pero todo eso cambió cuando judíos asquenazíes sionistas ‒los que perdieron su patria, Jazaria, y buscaban una nueva tierra‒, no semíticos ni hebreos, inundaron Palestina antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

    Una vez en territorio palestino, crearon numerosos grupos terroristas como el Irgún, la banda Stern y la Haganá. Aterrorizaron a la población palestina, asesinaron a miles y miles de personas, y obligaron a cientos de miles a abandonar sus hogares y a refugiarse en los países árabes vecinos.

    “Expulsaremos a los árabes y ocuparemos su lugar. En cada ataque se debe asestar un golpe decisivo que resulte en la destrucción de hogares y la expulsión de la población”, explicó el falso hebreo asquenazí David Ben-Gurión, Primer Ministro Ladrón de Israel (1949-54, 1955-63), en una carta a su hijo (1937).

    Refugiados Palestinos Desalojados en 1948

    Como resultado, los asquenazíes robaron Palestina en 1948 y la rebautizaron como Israel para reinventarse como hebreos y engañar a los ingenuos cristianos de Occidente. Véase Cómo los judíos asquenazíes conquistaron Occidente.

    Este despojo es conocido como la Nakba.

    “La Nakba, o ‘catástrofe’ en árabe, no sólo se refiere a los más de 700.000 palestinos que fueron expulsados ​​o huyeron aterrorizados durante la fundación de Israel. También puede evocar las numerosas expulsiones ocurridas desde entonces: los cerca de 300.000 palestinos que Israel desplazó al conquistar Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967; los aproximadamente 250.000 palestinos que no pudieron regresar a Cisjordania y Gaza después de que Israel revocara sus derechos de residencia entre 1967 y 1994; los cientos de palestinos cuyas casas Israel demolió tan solo en 2020”, escribió Peter Beinart en The New York Times.

    Durante dicha limpieza étnica por parte de los judíos, innumerables palestinos fueron masacrados, y muchos fueron desposeídos de sus tierras. La mayoría de quienes aún habitan el país están segregados, mientras que millones más se encuentran actualmente refugiados en países árabes vecinos, a la espera de regresar a sus hogares robados.

    Al poner en marcha tal curso de acción, los judíos sionistas, haciéndose pasar por los hebreos del Antiguo Pacto, quebrantaron hipócritamente la mitad de los Mandamientos de dicho Pacto.

    “No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano”. Éxodo 20:7

    “No matarás”. Éxodo 20:13

    “No robarás”. Éxodo 20:15

    “No darás falso testimonio contra tu prójimo”. Éxodo 20:16

    “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo”. Éxodo 20:17

    Milicias falsamente hebreas, expulsando a palestinos de sus hogares en la ciudad de Ramle en 1948

    Los judíos sionistas no son colonos. Son ladrones, mentirosos, impostores y asesinos. Palestina fue robada, simple y llanamente.

    Desde entonces no ha habido paz en Oriente Medio, y nunca la habrá mientras Israel siga existiendo en su configuración actual y se salga con la suya manipulando al gobierno estadounidense.

    E irónicamente, Judea y Samaria de la Biblia (es decir, los reinos de Judá e Israel) se encuentran hoy en día en su mayor parte dentro de Cisjordania de Palestina (con razón llamada Judea y Samaria incluso por los sionistas ladrones; mapa de Cisjordania a la derecha) y no dentro del Israel moderno.

    CÓMO AFECTA AL MUNDO EL ROBO DE PALESTINA

    “Nosotros, los judíos, nosotros, los destructores, seguiremos siendo destructores para siempre.” – Maurice Samuel

    Al robar Palestina, los sionistas no solo dañaron al pueblo palestino, sino que también dejaron una huella en el mundo, la siguen dejando ahora, y posiblemente seguirán haciéndolo hasta que el mundo le ponga fin.

    Palestinos desalojados de sus hogares en 1948

    Primera Guerra Mundial: Gran Bretaña estaba perdiendo la guerra contra Alemania. Los sionistas intervinieron y manipularon al presidente Wilson para que Estados Unidos entrara en la guerra y los ayudara. A cambio, los judíos pidieron al Imperio Británico que les cediera Palestina para crear Israel. Su deseo se cumplió con la Declaración Balfour de 1917, que costó al mundo 18 millones de muertos.

    Durante ese mismo período, los bolcheviques judíos, que tomaron el control del gobierno ruso en la década de 1910, asesinaron a 66 millones de cristianos, incluyendo a 200.000 miembros del clero cristiano, y destruyeron 40.000 iglesias.

    Scouts Palestinos, Jaffa, Palestina, 1924

    Segunda Guerra Mundial: Los sionistas fomentaron esa guerra (al igual que lo hacen hoy con Irán y otros países de Oriente Medio) para que los judíos europeos se sintieran amenazados. El engaño funcionó, ya que los judíos europeos huyeron en masa a Palestina y ocuparon las casas de los palestinos, quienes fueron desalojados a punta de pistola y luego masacrados o expulsados ​​de sus tierras hacia países árabes vecinos. Con suficientes judíos sobre el terreno, en 1948 fue creado Israel, a un costo de 80 millones de muertos.

    Guerra Mundial contra el Terrorismo: Los neoconservadores judíos, en connivencia con sus políticos comprados y pagados en el gobierno estadounidense, perpetraron su acto terrorista del 11-S. Luego, convenientemente, culparon a los musulmanes para obtener luz verde y destruir Oriente Medio utilizando los ejércitos de Estados Unidos, la OTAN y los grupos terroristas que financian, con el objetivo final de crear el Gran Israel. Hasta el momento, la cifra de muertos asciende a 27 millones, incluyendo cristianos.

    Tercera Guerra Mundial: Con Rusia protegiendo a Siria e Irán del maquiavélico plan de Israel, ¿lograrán los sionistas llevar al mundo una vez más al borde del desastre a fin de crear el Gran Israel? Si lo hacen, ¿provocarán su caída?

    El apartheid israelí es sin duda una plaga. Un cáncer que necesita ser combatido.

    “Destruirás a los que hablan mentiras: el Altísimo aborrece a los hombres sanguinarios y engañosos.” Salmo 5:6

    CONCLUSIÓN

    Si uno realmente cree en los medios de comunicación dominados por los judíos, sus noticias falsas y su constante bombardeo de películas sobre el “Holocausto”, cree sinceramente que sólo hay un grupo de personas que todo el mundo odia: los judíos. Así de efectivo ha sido el lavado de cerebro.

    Sin embargo, al despertar del estupor inducido por los medios, se da cuenta de que los judíos sionistas son los victimarios no sólo de los árabes palestinos, sino también del mundo. Como corresponde a los engañadores que son, se camuflan como víctimas.

    Desafortunadamente para ellos, la conciencia mundial se está despertando, y pronto todos se darán cuenta de quiénes son en realidad: impostores, mentirosos, ladrones descarados y bárbaros sedientos de sangre.

    Sin embargo, la mayor VERGÜENZA es que muchos “cristianos” (incluidos los líderes de los medios de comunicación “cristianos” que vendieron a Jesús y Su mandamiento Ama a tu Prójimo, por 30 monedas de plata judía a Israel) y las grandes potencias occidentales justifican a Israel a cada paso.

    “El que justifica al impío y el que condena al justo son igualmente abominación al Señor.” Proverbios 17:15

    Llamado: Toda persona consciente debería implementar un boicot personal a Israel y a todo lo que allí se fabrica.

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    ADDENDUM 1

    La obsesión de Israel con el hummus va más allá del robo de alimentos de Palestina

    Por Ben White, The National

    Cuando Israel expulsó a cientos de miles de palestinos de sus aldeas y hogares en 1948, muchos se marcharon con poco más que lo puesto. La comida era abandonada en los fogones. Las cosechas no eran cosechadas. Pero la tierra, despojada de sus habitantes, pronto fue ocupada por nuevos residentes.

    De 1948 a 1953, casi todos los nuevos asentamientos judíos se establecieron en propiedades de refugiados. El mito de hacer florecer el desierto es desmentido con los hechos: a mediados de 1949, dos tercios de toda la tierra sembrada con cereales en Israel era tierra palestina. En 1951, las tierras abandonadas representaban casi 95% de todos los olivares de Israel y casi 4.000 hectáreas de viñedos.

    Durante estos primeros años, muchos refugiados palestinos intentaron regresar a sus tierras. Para 1956, las fuerzas armadas israelíes habían asesinado a hasta 5.000 de los llamados “infiltrados”. La gran mayoría buscaba regresar a casa, recuperar sus pertenencias o buscar a sus seres queridos. Las mujeres y los niños palestinos que cruzaban la frontera para recolectar cosechas fueron asesinados.

    La Nakba de 1948 supuso la conquista colonial de tierras y el desplazamiento de sus propietarios, un doble acto de borrado y apropiación. Argumentando “razones de estado”, el primer ministro israelí, David Ben-Gurión, nombró un Comité de Nombres del Neguev para eliminar los nombres árabes del mapa. Para 1951, el “Comité de Nombres” del Fondo Nacional Judío había “asignado 200 nuevos nombres”.

    Pero no se detuvo en explosivos y nuevos mapas. La colonización sionista de Palestina también ha abarcado la cultura, en particular la gastronomía. Este es el contexto de las llamadas “guerras del hummus”: no se trata de reclamos y contraargumentos insignificantes, sino de una historia de apropiación cultural colonial y resistencia a dichos intentos.

    En las décadas transcurridas desde el establecimiento del estado de Israel sobre las ruinas y tierras étnicamente depuradas de Palestina, diversos elementos de la gastronomía indígena han sido objeto de apropiación: el falafel, el knafeh, el sahlab y, por supuesto, el hummus.

    Hummus arábico

    Aunque estos platos son comunes en varias comunidades del Mediterráneo y Oriente Medio, Israel los reivindica como propios: el falafel es el aperitivo nacional, mientras que el hummus, según la escritora gastronómica israelí Janna Gur, es una religión.

    En un artículo de 2002 sobre recetas, la embajada israelí en Washington reconoció que “Israel carece de un patrimonio culinario arraigado”, y añadió que “hace tan solo unos años, los israelíes incluso dudaban de la existencia de su propia cocina auténtica”.

    Es difícil encontrar una admisión así hoy en día, ya que la apropiación se ha convertido en propaganda.

    Ahora tenemos el “Día Internacional del Hummu”, impulsado por un israelí, Ben Lang, quien es explícito sobre el valor propagandístico de su proyecto: “La idea era conectar a la gente en torno del hummus, conseguir que más gente hablara del mismo y, con suerte, que viera las cosas buenas que están sucediendo en Israe”.

    “Sólo quería asegurarme de que la gente viera que la iniciativa nació en Israel”.

    Dado que todo, desde la comida hasta el keffiyeh, es utilizado para “renovar” la imagen del estado que colonizó Palestina en primer lugar, los palestinos y sus partidarios han contraatacado.

    Cuando un coreógrafo israelí incluyó la danza tradicional dabke en el repertorio de su compañía en 2013, una compañía de dabke con sede en New York respondió con una crítica reflexiva que señalaba cómo, al “apropiarse del dabke y etiquetarlo como israelí”, el “desequilibrio de poder” no hace más que acentuarlo.

    Añadieron: “Ésto nos hace sentir que se han aprovechado de nosotros. Explotados. Mercantilizados”.

    En diciembre de 2014, tras una campaña de estudiantes palestinos y sus aliados, la asamblea estudiantil de la Universidad Wesleyana de Connecticut acordó retirar el hummus Sabra de los comedores del campus. El producto simboliza la apropiación israelí y la brutalidad continua; su empresa matriz, el Grupo Strauss, realiza donaciones al ejército israelí.

    Las acusaciones de apropiación cultural pueden dar lugar a respuestas engañosas. No se trata de quién tiene “permiso” para comer qué, ni siquiera de una objeción a la polinización cruzada natural que se produce en la cultura a través del idioma, la gastronomía y otros medios.

    Ese no es el punto. Se trata de la reivindicación de propiedad en un contexto de borrado y desplazamiento violento, histórico y continuo.

    Se trata de los esfuerzos por crear una historia artificial que justifique el establecimiento y la existencia continua de un estado colonial.

    Incluso un reconocido escritor gastronómico israelí como Gil Hovav ha señalado esta realidad. “La comida tiene que ver con la memoria y la identidad”, declaró a los medios israelíes el año pasado. “Reivindicar la propiedad de un alimento es una forma de afirmar la narrativa de una nación. Los judíos israelíes han hecho suyo el hummus”.

    La gastronomía es donde convergen los esfuerzos por negar la existencia de Palestina y apropiarse de su tierra y patrimonio. Es a la vez un acto de robo en sí mismo, y una forma de justificarlo.

    Ben White es periodista y autor de “Apartheid Israelí: Una Guía para Principiantes”.

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    ADDENDUM 2

    Videos: Historia de Palestina

     

     

     

    Traducción: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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