¿Provocación o manipulación?

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    La entrada de Rusia en la guerra en Ucrania, ¿fue provocada? Sin duda. Sin embargo, también hubo manipulación política; no por parte de Scott Horton en Provoked, sino –como detalla con maestría página tras página– por parte del gobierno estadounidense y de su órgano: los medios de comunicación tradicionales.

    Hace unos 30 años, siendo asiduo lector de NPR durante mi trayecto matutino al trabajo, y del periódico local por la tarde, yo conocía la narrativa sobre los problemas que enfrentaban los países y regiones de Europa del Este. La disolución de la Unión Soviética trajo intrigas, guerras, destrucción e intervenciones en apoyo de los intereses estadounidenses. Según se cuenta, el gobierno estadounidense defendía el bien, buscando llenar con democracia y libertad el vacío político de un imperio vil. Claro, hubo errores, pero a veces esa es la única manera de traer paz y estabilidad al mundo. ¿Cometió el gobierno estadounidense algún que otro error o paso en falso? Por supuesto, pero siempre tuvo la razón.

    En muchos sentidos, fue una historia agradable. Creer ser ciudadano de la ciudad brillante en la colina, sonaba mejor que darme cuenta de que estaba aliado con una entidad que fomentaba el desorden, el desastre y la muerte, todo ello financiado con el dinero de mis impuestos. No puedo afirmar honestamente que nunca leí ni escuché la ocasional mención de apropiaciones de petróleo y otros recursos, ni indicios de operaciones extrañas y clandestinas: ejercicios de hegemonía para controlar esferas de control. Pero esos rumores nunca parecieron lo suficientemente fuertes ni consistentes como para cambiar mi perspectiva sobre la política exterior estadounidense, o tal vez simplemente no los escuché o me negué a escuchar.

    Sin embargo, a medida que con el paso de los años mis sospechas aumentaban y comenzaba a cuestionar la narrativa, investigué más. Empecé a escuchar voces que no provenían del estado, y poco a poco fui despertando a una visión diferente de la política exterior estadounidense. Con el tiempo, me di cuenta de que mucho de lo que creía cierto sobre los enemigos y adversarios de Estados Unidos, no eran más que espectros moldeados por un marco político sombrío, definido y redefinido por el gobierno. Reconocí que la agenda y los objetivos del gobierno federal de Estados Unidos a menudo no eran compartidos por mí ni por mis conciudadanos. Para que la agenda siga avanzando, el gobierno debe infundir constantemente propaganda a sus ciudadanos con una narrativa que apoye tanto la agenda del gobierno como los deseos de sus beneficiarios.

    Y, como Horton demuestra una y otra vez, el gobierno estadounidense no sólo hizo propaganda, sino que también utilizó la manipulación psicológica. Mientras los ejércitos y misiles de la OTAN invadían las fronteras rusas, mientras se incitaban revueltas y disidencias dentro de Rusia, mientras el dinero de los pagadores estadounidenses de impuestos financiaba ONGs que son todo menos no gubernamentales, se nos decía repetidamente que era Rusia la que expandía sus fronteras y amenazaba a países soberanos.

    Todo ésto era manipulación psicológica. Por ejemplo, mientras la antigua Yugoslavia agonizaba, eran Estados Unidos y sus aliados los que sembraban el terror. No era Rusia la que salía en defensa de los eslavos y avivaba el fuego de los Balcanes. Eran Estados Unidos y la OTAN los que creaban disturbios y violencia, además de causar, directa e indirectamente, muerte y destrucción masivas. No era un imperio maligno resurgente blandiendo la hoz y la guadaña: era la supuesta “ciudad brillante en la colina” y sus aduladores europeos occidentales, los supuestos defensores de la democracia liberal, los que encendieron pasiones que sólo podían ser resueltas con sangre.

    Provoked está repleto de otros ejemplos, la mayoría de los cuales conocía hasta cierto punto. Pero nunca vi todos los ejemplos enumerados, capítulo por capítulo. Y es este extenso relato lo que le da al libro de Horton tanta profundidad, que no puedo negar que me manipularon durante años. No hay país, entidad política o grupo étnico en Europa del Este que no haya recibido dinero por razones nefastas, o que no haya sufrido sus consecuencias. Y a ésto lo llamamos dinero de ayuda, o es considerado dinero de ayuda cuando la gente sucumbe a los efectos de la manipulación.

    Recomiendo encarecidamente Provoked. Horton conecta la historia que desembocó en la guerra en Ucrania, una guerra que se gestó durante 25 años. Sus extensas notas a pie de página refuerzan su argumento. Al final, su libro demuestra sin lugar a dudas que la guerra podría haber sido evitada si los belicistas que guían la política exterior estadounidense hubieran abandonado la vida política y se hubieran dedicado a otra actividad en la que el sufrimiento de millones no fuera una consecuencia inevitable.

    La Guerra Fría terminó. Que el mundo y la humanidad cosechen los frutos.

     

     

     

    Traducido por: Ms. Lic. Cristian Vasylenko

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